Textos de Ibn Fadlan

"He visto a los rus, que habían venido a comerciar y habían descendido hasta cerca del río Atil. Jamás he visto cuerpos más perfectos que los suyos. Por su estatura, se diría palmeras. Son rubios y de tez bermeja. No llevan túnicas ni caftanes, sino una vestimenta que les cubre un lado del cuerpo y les deja una mano libre. Cada uno lleva un hacha, un sable y un cuchillo y no deja nada de lo que acabamos de mencionar. Sus sables son de hoja larga, estriada con ranuras, semejantes a los sables francos […]. Todas sus mujeres tienen, sobre sus senos, una caja de hierro, plata, cobre, oro o madera, según el grado de riqueza de sus maridos y su importancia social. En cada caja en forma de círculo, hay un cuchillo, todo ello sobre los senos. Llevan al cuello collares de oro y plata, pues todo hombre, desde el momento que posee diez mil dirhams, hace confeccionar un collar para su mujer, y si posee veinte mil, manda hacer dos collares, y así sucesivamente; cuando su fortuna aumenta diez mil dirhams, añade un collar a los que su mujer posee ya, de manera que puede haber en el cuello de una sola mujer varios collares. Los adornos más preciosos están constituidos, entre ellos, por perlas de vidrio, verdes, de la misma fabricación que los objetos de cerámica que se encuentran en sus barcos. Pagan por ellos un precio exagerado, pues compran una de esas perlas de vidrio al precio de un dirham. Luego, las ensartan en collares para sus mujeres.

Son los más desaseados entre todas las criaturas de Dios. No se limpian las manchas producidas por los excrementos o la orina; no se lavan después de las relaciones sexuales; no se lavan las manos después de comer. Son como asnos errantes. Cuando llegan de su país, anclan sus barcos en el río Atil, que es un gran río, y construyen en la orilla grandes casas de madera. En una sola de esas casas se reúnen diez y veinte personas, más o menos. Cada uno tiene un lecho en el que se sienta. Con ellos están bellas jóvenes esclavas destinadas a los mercaderes. Cada uno de ellos, ante los ojos de sus compañeros, tiene relaciones sexuales con su esclava. A veces todo un grupo de ellos se unen de esta manera, unos frente a otros. Si un mercader entra en ese momento para comprar a algunos de ellos una joven esclava y le encuentra cohabitando con ella, el hombre no se separa de ella antes de haber satisfecho su necesidad. […]

En el momento en que sus barcos llegan a puerto, cada uno de ellos sale llevando consigo pan y carne, cebollas, leche y cerveza y camina hasta que llega a un gran poste de madera clavado en tierra, con un rostro semejante al de un hombre y a cuyo alrededor hay pequeños ídolos; detrás de esos ídolos hay grandes postes de madera clavados en tierra. Cada uno de ellos se prosterna ante el gran ídolo diciendo: <<Oh mi Señor, he venido de un país lejano y tengo conmigo tantas y tantas esclavas jóvenes, tantas y tantas pieles de marta…>> hasta que ha enumerado todos los objetos de comercio que ha llevado consigo. Después, dice: <<Te he traído este presente>>. Después deja lo que tiene con él ante el poste de madera y dice <<Quisiera que me hicieras el favor de enviarme un mercader que tenga dinares y dirhams y que me compre lo que yo quiero y que no entre en discusión conmigo en lo que diga>>. Después, se va de allí.
Si tiene dificultades para vender y su estancia se prolonga, vuelve con otro regalo una segunda y una tercera vez. Si le es imposible obtener lo que desea, lleva a cada uno de los pequeños ídolos un regalo, y le pide su intercesión diciendo: <<Son las mujeres de nuestro Señor, y sus hijas>>. Y de esa manera, continúa dirigiendo una petición a cada ídolo, solicitando su intervención y humillándose ante ellos.

En ocasiones, la venta le es fácil, y después de haber vendido, dice: <<Mi Señor ha satisfecho mis necesidades y es justo que yo le recompense>>. Entonces, toma cierto número de carneros o de vacas, los mata, distribuye como regalos una parte de la carne, se lleva el resto y lo deposita ante ese gran ídolo y  ante los otros más pequeños que están a su alrededor, y suspende las cabezas de los carneros o las vacas en esos postes de madera hincados en tierra. Cuando llega la noche, vienen los perros y se comen todo eso. Y aquel que ha hecho la ofrenda dice: <<Mi Señor está satisfecho de mí y ha comido el presente que le he traído>>.”
[…]

Extracto de La vida cotidiana de los vikingos, de Regis Boyer (RECOMENDADO)

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“El jefe muerto fue colocado en una tumba temporal, la cual fue cubierta durante diez días hasta que fueron cosidas para el difunto ropas nuevas. Una de sus esclavas se ofreció voluntaria para irse con él a la otra vida, por lo que fue custodiada día y noche y se le dio gran cantidad de bebida para intoxicarla mientras cantaba alegremente. Cuando llegó la hora de la cremación, pusieron el barco del jefe en tierra, le depositaron en una plataforma de madera y le hicieron una cama en el barco. Mientras, una mujer anciana conocida como el "ángel de la muerte" puso cojines en la cama. Ella era la responsable del ritual.
Entonces desenterraron al jefe y le vistieron con las ropas nuevas. En su tumba depositaron bebidas alcohólicas, frutas y un instrumento de cuerda. El jefe fue puesto en la cama con todas sus armas y ofrendas situadas a su alrededor. Luego dejaron que dos caballos corrieran sudorosos, a los que a continuación hicieron pedazos para arrojarlos luego al barco. Finalmente, sacrificaron un gallo y una gallina.
Entre tanto, la esclava iba de tienda en tienda manteniendo relaciones sexuales con los hombres. Cada uno de ellos le decía: "Dile a tu amo que esto lo hice por amor a él". Mientras, por la tarde, llevaban a la chica a algo que parecía el marco de una puerta, donde ella era levantada por las palmas de los hombres tres veces. Cada vez que era alzada, ella decía lo que veía: la primera vez vio a su padre y a su madre, la segunda a todos sus parientes, y la tercera a su amo en el más allá. Allí todo era verde y hermoso y junto a él, vio hombres y chicos jóvenes. Vio que su amo la llamaba por señas.
Después, la esclava fue llevada al barco. Se quitó los brazaletes y se los dio a la anciana. A continuación se quitó los anillos de los dedos y se los dio a las hijas de la anciana, que la habían custodiado. Después fue llevada a bordo del barco, pero no se le permitió acceder a la tienda donde el jefe yacía. La chica bebió varios vasos de bebidas alcohólicas, cantaba y se despedía de sus amigos.
Entonces la chica fue llevada a la tienda y los hombres empezaron a golpear sus escudos para que sus gritos no se oyeran. Seis hombres la acompañaban y mantuvieron relaciones sexuales con ella, tras lo cual la pusieron en la cama del jefe. Dos hombres agarraron sus manos y otros dos sus muñecas. El ángel de la muerte puso una cuerda alrededor de su cuello y mientras dos hombres tiraban de la cuerda, la anciana la apuñaló entre las costillas con un cuchillo. Después, los parientes del jefe muerto llegaron con una antorcha encendida y quemaron el barco.
Después, levantaron sobre las cenizas un túmulo redondo y, en el centro del montículo, izaron un poste de abedul donde grabaron con runas los nombres del jefe muerto y su rey. Tras ello se fueron en sus barcos.”




Extracto de Wikipedia

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