lunes, 17 de enero de 2011

Ruta hacia el Este

Igor recojiendo tributos por Klavdiy Lebedev (1852-1916)

Aunque el comienzo de le era vikinga está definida por los registros documentales de incursiones al oeste de la Escandinavia, en las islas Británicas y la costa de Europa noroccidental, los escandinavos estaban igual de activos en las tierras del este, en esta época, como comerciantes, saqueadores y, en algunos casos, colonizadores.


Ruta de los Varegos

Historia y Leyenda

Entre las sociedades ágrafas situadas en torno al mar Báltico, no existen documentos de la época que cartografíen el curso de los acontecimientos vikingos en esta zona, aunque más al sur y al este en ocasiones los vemos a través de los ojos de árabes y bizantinos. Sorprendentemente, existe una importante fuente de la Europa occidental. En el 839, en Ingelheim (cerca de Maguncia, junto al Rin), el emperador franco Luis el Piadoso recibió a emisarios enviados desde Constantinopla por el emperador bizantino Teófilo.
Con ellos llegaron algunos hombres que habían sido enviados por su rey en una misión diplomática a Constantinopla. Teófilo se había mostrado reacio a enviar de regreso a estos hombres por la ruta por la que habían llegado, porque eso les habría llevado a pasar entre “tribus primitivas que eran fuertes y salvajes”, de modo que se les había mandado a Luis junto a sus propios emisarios y expresó su esperanza de que él pudiera enviarlos a casa por una ruta más segura. Estos hombres se llamaban a sí mismos rus, la primera referencia al pueblo cuya identidad está perpetuada en el nombre de Rusia. Luis, sin embargo, los llamaba suecos, por lo que originó una pregunta que iba a ser políticamente molesta un milenio más tarde: el grado de influencia de los vikingos suecos en la creación del Estado ruso eslavo.

La Crónica de los años pasados, escrita en Kiev a principios del siglo XII y conocida por los estudiosos modernos como la Primera crónica rusa, es la fuente autóctona más importante sobre la historia antigua de Rusia. Cuenta que en el 862 eslavos y otras tribus cruzaron el mar hasta encontrar un grupo de gentes que se denominaban rus, y les invitaron a que fueran sus gobernantes. Rurik, el mayor de los tres hermanos que aceptaron la invitación, se estableció según se dice en Novgorod (más probablemente Goroscide) y fundó la dinastía de los Ryurik, que gobernó Rusia hasta 1598. Aunque la historia de Rurik es una leyenda parcial en el mejor de los casos, los vínculos de la región con Escandinavia están confirmados por pruebas arqueológicas.

En torno al 882, Oleg, pariente y sucesor de Rurik, tomó Kiev y la convirtió en la capital de la Rus; hacia el reinado de Igor (913-945) el Estado rus (con una población predominantemente eslava) se extendía desde el golfo de Finlandia hasta el curso bajo del ríoDniéper. Estos primeros gobernantes tenían nombres nórdicos, aunque traducidos en forma eslava, pero Svyatoslav, el hijo de Igor, tenía un nombre eslavo, como lo tuvieron sus sucesores, y hacia finales del siglo X la identidad eslava había pasado a ser totalmente dominante.

Escalas en un viaje hacia el sol

Un corto viaje de 240 km. desde Suecia hacia el este a través del mar Báltico, quizá con una parada a medio camino en las islas de Áland, llevaba a los mercaderes hasta el golfo de Finlandia. Recientemente se ha informado sobre hallazgos en el suroeste de Finlandia, en Kirksundet,Hitis, de joyas de estilo escandinavo e incluso de fragmentos de una piedra rúnica –la única encontrada en Finlandia-; tal vez este fuera un punto de descanso de comerciantes en su camino hacia el este.
Los escandinavos se habían internado sin duda más allá del golfo de Finlandia hasta Rusia hacia finales del siglo VIII. Remontando el río Neva hasta el lago Ladoga, podían virar hacia el sur y continuar subiendo por el Volkhov hasta Staraya Ladoga. Fundada como un asentamiento de artesanos y comerciantes en torno al año 750, Ladoga era una población que actuaba como nexo de unión entre el Báltico y Europa oriental. Sin duda había escandinavos allí, bien de paso, estacionalmente o quizás como residentes durante periodos más largos; su cementerio, con sepulturas de hombres y mujeres en barcos, ha sido identificado en Plakun justo al otro lado del río.
Unos 200 km. río arriba de Ladoga siguiendo el Volkhov se alza la importante ciudad medieval de Novgorod (“la nueva ciudad”). Las excavaciones han revelado que fue fundada en la década del año 950, y han dejado al descubierto algunos objetos escandinavos. A finales de la década de 1970, sin embargo, una investigación en el yacimiento cercano de Ryurikovo Gorodisce (“la ciudad abandonada de Ryurik”) mostró que allí había habido un asentamiento con conexiones escandinavas en el siglo IX, bastante antes de que existiera Novgorod. Esta pequeña comunidad defendida desde lo alto de una colina era un enclave estratégico desde el que controlar la zona circundante, y un centro para la artesanía y el comercio de larga distancia.
La presencia vikinga se refleja en una amplia variedad de piezas arqueológicas. Por ejemplo, hay joyas típicamente escandinavas, que incluyen piezas femeninas como fíbulas “de brazos iguales” (equal-armed) y colgantes (uno de ellos en forma de valquiria) y una gran cantidad de objetos mágicos y para el culto, entre ellos dos amuletos rúnicos y varios amuletos en forma de martillo de Thor. Por el contrario, la cerámica es de tipo local, las tradiciones constructivas pertenecen a la Europa oriental y existe cierta variedad de piezas arqueológicas eslavas, bálticas y finesas. Los inmigrantes vikingos, particularmente en Suecia, eran un elemento significativo de la población de Gorodisce, pero su identidad fue cambiando a medida que se fueron mezclando con las gentes locales; hacia finales del siglo X, los objetos de estilo escandinavo prácticamente habían desaparecido.

Túmulos de Staray Ladoga
Infiltrándose en dirección sur desde Gorodisce o aproximándose por una ruta alternativa desde el Báltico a lo largo del rio Dvina, y viajando a pie entre ambos ríos, los vikingos podían penetrar en la cuenca del río Dniéper y llegar al asentamiento de Gnjozdovo, aproximadamente a medio camino en la ruta que bajaba hasta Kiev; también permitíael acceso al río Oka y desde allí al Volga. Fortificado a principios del siglo X, y con 16 ha. de viviendas habitadas por comerciantes y artesanos, los restos arqueológicos más famosos provienen de una vasta colección de cementerios. Algunos túmulos contienen los restos incinerados de guerreros que habían sido enterrados en barcos junto con sus armas; varios estaban acompañados también por mujeres, tal vez víctimas de sacrificios. Gran parte de los detalles de estos descubrimientos aún tienen que ser analizados y publicados, y las contribuciones autóctonas a estas prácticas requieren mayor estudio. En cualquier caso, existen pruebas claras de una presencia vikinga, con joyas escandinavas y amuletos de los tipos encontrados en Gorodisce.
Parte de un tesoro de Gnjozdovo
A pesar de las pruebas documentales que nos hablan de su importancia, existen pocos indicios arqueológicos sobre Kiev en este periodo crucial. Los documentos bizantinos llenan los huecos de la historia, aunque un viaje desde Kiev hasta Bizancio implicaba descender 800 km por el Dniéper y después navegar 640 km a través del mar Negro. Fueran cuales fueran las amistosas declaraciones de los enviados rus al emperador Teófilo en el 839, Constantinopla fue atacada en el 860 por una flota rus que se dice constaba de doscientos barcos. Puede que Kiev tomara parte en este asalto, aunque esto ocurrió más de veinte años antes de que los rus tuvieran el control de la ciudad, según se tiene constancia. Fue ya sin duda el Rus de Kiev el que atacó otra vez Bizancio en el 907, tras lo cual un tratado de comercio en el 911-912 trajo treinta años de paz antes de una nueva ronda de hostilidades en la década de 940 y un nuevo tratado en el 945. Este acuerdo muestra lo que querían los rus, ya que incluía regulaciones sobre cuánta seda podían comprar.


Pueblo vikingo de Aros, año 950

El emperador de la época, Constantino Porfirogeneta, registró como cada año, a finales de primavera, llegaban naves de Kiev desde Gorodisce, Gnjozdovo y otros asentamientos. Los kievitas tenían preparados también sus cargamentos de pieles y esclavos, y ponían a punto sus botes para el peligroso viaje a Constantinopla. Constantino se aseguró con éxito de que los rus no pudieran usar sus viajes comerciales como pretexto para atacar Constantinopla, y desde entonces las relaciones entre rus y bizantinos mejoraron en líneas generales. No fue de poca ayuda que el gobernante kievita Vladimir se convirtiera al cristianismo ortodoxo griego en el 988 y se casara de paso con la hermana del emperador. En esta época, no obstante, el Estado rus era básicamente eslavo, no escandinavo, y en el momento del último asalto sobre Constantinopla, en el 1043, el interés de los verdaderos guerreros vikingos estaba más centrado en unirse a la Guardia Varega del emperador que a los atacantes.

El comercio rus con el mundo árabe

Numerosas monedas bizantinas y árabes encontradas en asentamientos rus, al igual que balanzas y pesas, dan testimonio del comercio y ponen de relieve cómo prosperaban los rus gracias al aprovechamiento de dos rutas comerciales complementarias. Un eje norte-sur conectaba con el mundo mediterráneo oriental de Constantinopla con el Báltico, y una ruta este-oeste resultaba provechosa para cualquier mercader vikingo o rus que estuviera dispuesto a aventurarse en dirección este hasta los mercados de los búlgaros del Volga, quienes a su vez controlaban buena parte del comercio entre Europa y el este.
El Estado islámico samaní que ocupaba los actuales Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán fue un contacto importante económicamente, pero el mercader intrépido también podía alcanzar Bagdad. De hecho, fue el árabe Ibn Fadlan, enviado en el 921 en misión del califa de Bagdad al rey de los búlgaros del Volga, quien registró sus impresiones de los rus con los que se encontró: “Nunca he visto ejemplares físicos más perfectos, altos como palmeras datileras, rubios y de complexión rubicunda […] cada hombre tiene un hacha, una espada y un cuchillo, y no se separa de ellos en ningún momento. Las espadas son anchas y acanaladas, de estilo franco…”.
Otros comentarios, por ejemplo sobre su higiene, no eran tan halagadores. Su descripción relativamente detallada de las ceremonias funerarias en honor de un rus importante culmina con el sacrificio de una joven esclava y su incineración junto al señor en el interior de un barco, junto con armas y animales, y el posterior levantamiento de un túmulo señalado por un poste de madera. La cuestión de qué parte de esta y de otras costumbres rus eran producto de una amalgama de tradiciones escandinavas, eslavas y del este de Europa aún es objeto de debate.

Inscripción Rúnica en la iglesia bizantina de Santa Sofía, Estambul.
 

El geógrafo árabe Ibn Khordadbeh, en sus escritos en torno al 840, describía a los mercaderes rus como “una clase de europeos, que traen pieles de castor y de zorros negros y espadas de las partes más alejadas de su tierra […] Viajan hasta el mar Caspio y se lanzan a la mar, haciendo escala en cualquier punto que desean. A menudo traen sus mercancías en camellos […] hasta Bagdad, en donde eunucos eslavos les hacen de intérpretes”.
No todas las incursiones a través del Caspio fueron tan pacíficas. Al Mas’undi, en sus escritos de mediados del siglo X, recoge cómo en el 910 una flota de dieciséis barcos cruzó el Caspio y atacó Bakú y Azerbaiyán. Otro ataque tuvo éxito inicialmente en la misma zona en el año 943, pero tras la toma de la ciudad de Berda’a, los contraataques y las enfermedades tuvieron graves consecuencias sobre los rus y se vieron finalmente obligados a retirarse. Los musulmanes abrieron sin dilación las tumbas de los rus muertos y cogieron las espadas que se habían enterrado en ellas; espadas que se sabe seguían teniendo un gran valor medio siglo después.

El siglo XI fue testigo del interés continuo de los vikingos en el este. En el 1041, unos vikingos suecos liderados por Ingvar El-que-viajó-lejos emprendieron una expedición a Serkland, “la tierrade los sarracenos”, que probablemente hace referencia al territorio controlado por el califa de Bagdad.
Los hechos se convirtieron en tema de una saga islandesa, y quizás habrían sido rechazados como algo totalmente ficticio de no ser porque treinta piedras rúnicas, principalmente en la región sueca de Mälaren, conmemoran a los miembros perdidos de la expedición. La más evocadora es la piedra de Gripsholm:

“Tola levantó esta piedra en memoria de su hijo Harald, hermano de Ingvar. Viajaron lejos como hombres en busca de oro y en el este dieron de comer al águila.Murieron al sur en Serkland”

Fuente: El Mundo de los Vikingos de Richard Hall, ediciones Akal

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