Nadie del Clan pensaba en esta gran gesta aquel caluroso día en que Martín “el ebrio” presentó la diligencia que tan apresuradamente había sido traída en emisario desde el reino de Aragón.
Se requería milicia mercenaria para frenar la incursión de tropas cristianas y, por ello, se pagaba bien. Ricas carnes y especias, excelentes telas, plata, mujeres y bebida y sangre enemiga por doquier. Nada que un buen hombre del norte pueda rechazar.
Martín había reunido a todo el Clan Hávamál pero solamente cinco de sus miembros podrían asistir. Diversos quehaceres y obligaciones apartaban al resto de tal jugoso “manjar de temporada”.
Así, sin más dilación, y tras cargar solo aquello absolutamente necesario, partía Frank “el blindado”, Marthin “el ebrio”, Hrodgar nuestro Översättare, Marth Parexdötter nuestra Húsfreyja y el Jarl Angus que nos dirigiría en combate.
Larga jornada distanciaba nuestro campamento base de Daroca, la ciudad fortificada. Pero nuestros férreos caballos son recios y aguantan bien el camino y, salvo por un pequeño encontronazo con la tribu autóctona llamada “Benemérita”, todo siguió su curso sin problemas.
Una vez llegamos a los lindares de la población, Martín y Frank realizaron funciones de exploración para encontrar el campamento base aragonés, a su capitán Daniel Blasco (y, como no, las tabernas del lugar) mientras el Jarl descansaba su jaqueca en una improvisada tienda.
Saludar a las huestes amigas y conocer a nuevos compañeros del acero, descargar enseres y montar campamento era nuestra prioridad. Más el cansancio, el hambre y la sed hacían mella en nuestros pequeños y desnutridos cuerpos. Una incursión por la nocturna Daroca era necesaria pero no sin antes realizar efusivos brindis en un gran banquete.
Parte de nuestros hombres, a la espera del resto del contingente rezagado, más viejos amigos de batalla y nuestras protegidas del Clan Baira en estas tierras, proseguimos a asaltar la más recóndita y oscura taberna del lugar. Muchos más se nos unieron esa noche donde la rica cerveza y el dulce hidromiel parecían brotar como por arte de magia…
El amanecer sorprendió a algunos de regreso al campamento… inconscientes de que les esperaba una dura jornada de desfiles y batallas.
Apenas dos horas de la llegada nocturna del Jarl habían transcurrido cuando se empezó a llamar a filas a los contingentes del lugar.
Pabellones, yelmos, armas, armaduras, resaca y demás pertrechos debían desfilar por las calles de Daroca sin más dilación:
Pabellones, yelmos, armas, armaduras, resaca y demás pertrechos debían desfilar por las calles de Daroca sin más dilación:
Los rudos Cancerveros de Aragón, los ebrios de la Orden de la Espada, Ferruza y sus chicos blindados, Eric y Ad Domini Latere, “el que pilla” de los Templarios del comptat de Barcelona, Andreu y las huestes de Medina Yarca, La Mesnada mercenaria de Julio, las hermosas doncellas de Baira, los adoradores del carpintero y Joaquín, los Calatravos del fresco Alcañíz, el Klan del Lobo de la estepa mongol, la Compañía del Norte, Heráldicos de Caspe, la Milicia concejal de la Rioja, Feudorum Domini, militis Dei, Miles Seculi, Arqueros del rey Jaime I, Factio Exul y posiblemente alguno más que no logre recordar en este instante y que nos acompañaron junto al calor, la sed y la ebriedad de Daroca.
Larga travesía la del desfile, presentación de mercenarios y tropas, exhibición de combate a manos de Ferruza, más mucho más largo el regreso al campamento con el entrechocar del gentío. Sólo restaba llenar el buche y un merecido descanso puesto que los enemigos cristianos no dejarían escapar la oportunidad de batallar ese mismo día.
Y así, al atardecer, el clamor del combate podía oírse y olerse en el ambiente (el aliento de resaca también: a nuestro Jarl aún le duraban las consecuencias de la noche daroquense XD)
Sin lugar a dudas Odin estaba de nuestro lado. El fervor de las huestes, el entrechocar de escudos, estandartes al viento, las amenazas e intimidaciones hicieron su efecto. Las bocas de nuestros fornidos hombres espumosas de rabia y locura. Gritos y encomendaciones paganas hinchaban nuestros ya de por sí grandes egos.
Daniel dirigía el combate y nuestras tropas fueron posicionadas en el flanco derecho. Debíamos resistir la embestida con nuestro impenetrable muro de escudos.
Las tropas hispanas intentaron parlamentar pero nuestro general no era de esos que se amedrentan con facilidad así que tras ello prosiguió una lluvia de saetas enemigas sobre nuestro flanco. Nada que nuestros escudos y “narices” no pudieran soportar. Varias cargas más dieron paso al movimiento de tropas y pronto nos encontramos cara a cara con nuestro enemigo. El rugir del acero, el cantar de los umbos, sudor de batalla, gritos, balbuceos y maldiciones… estábamos sin duda en el Valhalla o en su defecto, de camino!
Varios ataques nivelados que hicieron mella en ambos lados. Los jodíos se resistían a morir!! Por ello los capitanes decidieron solucionar tal jodienda enzarzándose ellos mismos en singular combate. Pero los enemigos cristianos lo tenían muy crudo y, tras capturar y asesinar a su caudillo, ¡¡¡la victoria fue nuestra!!!!
Las tropas enemigas recularon y huyeron del campo de batalla dejando tras de sí su hombría, su honor y coraje y llevándose lo único que podían transportar: la humillación de la derrota.
Entonces solo restaba celebrar por todo lo alto tal magna proeza y por ello la población de Daroca al completo organizó un gran banquete amenizado por una representación teatral. Vino, carnes embutidas en pan y gelatinoso postre llenaron barrigas y bocas secas. Más tarde, los famosos juglares de Lurte animaron el comienzo ebrio de una noche más.
El Clan despertó temprano y empezó el embalaje del material para el regreso a casa. Algunos de nuestros integrantes debían realizar un largo camino de regreso y debíamos partir sin dilación.
Un horror tener que decir adiós a los viejos y nuevos compañeros que nos han hecho sentir como en casa, como en familia. Se echarán de menos los abrazos y las risas, los brindis y los empujones, sobretodo las charlas y sentirse un “padawan” entre tanto “maestro”… y, lo más importante: el compartir manjar, batalla y taberna!!! Jajajajajaja
Solamente nos queda agradecer desde el corazón de Hávamál la hospitalidad mostrada, dar las gracias a “Lobo Negros” por portarse como verdaderos anfitriones cargando con el peso de la organización y dar las gracias a la gente del lugar (sobretodo por no denunciar a los borrachuzos que armábamos tanto follón por la población). Ha sido nuestro primer año en Daroca y ha sido genial. ¡¡¡Esperamos poder repetir para el próximo año!!! ;)
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